Nuestro emocionante viaje por los Estados Unidos comenzó en Boston, donde alquilamos un coche para adentrarnos en el corazón del país. Nuestra primera gran parada fue en Filadelfia, una ciudad llena de historia y cuna de la independencia estadounidense. Allí, visitamos la primera oficina de correos de los Estados Unidos, un lugar que respira historia y que nos transportó a los inicios del servicio postal del país. También pudimos contemplar la icónica Campana de la Libertad, un símbolo de libertad y resistencia que nos dejó profundamente impresionados.
Durante nuestro road trip, experimentamos de primera mano la cultura de los moteles de diversas cadenas estadounidenses. Cada uno ofrecía una experiencia única, desde las clásicas paradas de carretera hasta algunos más modernos y cómodos. Fue una manera auténtica de vivir la esencia del viaje por carretera en Estados Unidos.
Tras Filadelfia, nuestro viaje continuó hacia Washington D.C., donde dedicamos unos días a explorar los monumentos y museos más importantes de la capital. Desde el Capitolio hasta la Casa Blanca, y el majestuoso monumento a Lincoln, pudimos disfrutar del esplendor histórico de esta ciudad, que no deja indiferente a ningún visitante.
A continuación, nos dirigimos al condado de Lancaster para conocer la vida de los Amish. Nos maravilló su estilo de vida sencillo y tradicional, que contrasta tanto con la modernidad de las ciudades que habíamos visitado. Fue una experiencia cultural fascinante, donde nos desconectamos del ritmo acelerado del resto del viaje.
Luego, devolvimos el coche y tomamos un vuelo con American Airlines desde Baltimore hasta Chicago. Chicago nos encantó con su vibrante vida urbana y su arquitectura impresionante. Paseamos por Millennium Park y disfrutamos de las vistas desde el icónico rascacielos Willis Tower, todo mientras nos sumergíamos en la energía única de la ciudad.
Desde Chicago, volvimos a Boston para la segunda parte de nuestro viaje, esta vez hacia Canadá. Volamos con Air Canada, aunque el vuelo fue operado por Qatar Airways, un pequeño inconveniente ya que el vuelo partía desde Barcelona. Como vivimos en Valencia, siempre supone un esfuerzo adicional desplazarse hasta allí. Una vez en Montreal, disfrutamos de la fusión de culturas francesa y norteamericana. Finalmente, subimos al Monte Real, donde tuvimos una vista espectacular de la ciudad, el cierre perfecto de un viaje inolvidable.
Este recorrido nos dejó experiencias y recuerdos imborrables, desde la historia de Filadelfia hasta las vibrantes calles de Montreal, pasando por los paisajes rurales de Lancaster y la imponente arquitectura de Chicago. ¡Un viaje lleno de aventuras!
